Tal vez no sea una historia Danna, ni Crisda, ni una historia que pueda llamar la atención a primera vista. Lo que yo pretendo al contaros la 'historia' de una fan con Daniel, es que cada una os pongáis en su lugar y os dejéis llevar por mis palabras, pensando que la protagonista sois vosotras, que vosotras sois las que vais a vivir esto con Daniel, y que si el dice 'Te quiero, Marina' (Marina es el nombre de la protagonista) vosotras penséis que dice 'Te quiero, Sara';'Te quiero, Rocío';'Te quiero, Laura'; etc. Allá donde ponga 'Marina' poner vosotras vuestro nombre, y disponeos a vivir una historia preciosa con Daniel porque.. ¿quién dijo 'imposible'?

viernes, 25 de enero de 2013

CAPÍTULO 10.

Y llegó el invierno. El frío y la búsqueda de unos brazos que te ayuden a acabar con este. Daniel y Marina llevan quedando todo este tiempo y no solo los Jueves. Quedan casi a diario. Él sigue con Cris, pero ya se está planteando seriamente su relación. Y Marina, ella está enamorada. Más de lo que lo ha estado nunca, más de lo que lo ha estado en toda su vida. Aunque se está empezando a cansar de quedar a escondidas, de no poder abrazarle o besarle en la calle. Ella le quiere de verdad, y aunque sabe que él a ella también, a veces lo duda. Aún no se puede creer todo lo que está viviendo, quizás sea un sueño. Lo que está claro es que se le parece. ¿Cuántas chicas les hubiese gustado estar en su lugar? Muchísimas, seguro. 
Estamos ya en Diciembre, el cumpleaños de Daniel se acerca y él le ha prometido pasarlo con ella. Según parece, Cris tiene asuntos personales a los que tiene que asistir y justo después de la cena de Nochebuena se marchará. Marina volverá a Madrid después de cenar en su pueblo. Se hará muchísimos kilómetros solo por estar con él en ese día tan especial. Le ha preparado un gran regalo, no se merece menos. Todos los sábados ha actuado en el bar y ha estado ahorrando para poder regalarle un viaje a New York. Le encantará. Ellos juntos toda una semana allí. Se muere de ganas de que llegue. Saldrán justo el lunes, después de pasar todo el domingo, el día de su cumpleaños, juntos. Siente mariposas solo de imaginarlo.  

24 de Diciembre.
Marina se despide de su padre y su hermana. Tamara le da un abrazo enorme sujetando en una mano el peluche de Bob Esponja que su hermana le había regalado, aunque ella, inocente como una niña de su edad, piensa que el detalle es de Papa Noel. Marina le da dos besos a su padre y se monta en el coche. Queda media hora para el cumpleaños de Daniel y a ella le queda mucho camino por delante. Ha hablado hace un rato con él y le ha dicho que todo va sobre la marcha, que Cris se marchaba en una hora y que se verían  donde dijeron, en la churrería en la que se besaron por primera vez. Tiene muchas ganas de verle. De besarle. De abrazarle. De acabar con este frío de invierno con la mejor cura que conoce, sus brazos. 
Marina va bastante guapa. Lleva un vestido negro ajustado, iba muy bien maquillada y llevaba un moño. Tal y como había cenado esa noche. Quería que Daniel viese como iba. 
Se está quedando sin batería en el móvil, aún le queda media hora para llegar. Empieza a sonar 'A drop in the ocean' de Ron Pope, su tono de llamada. Mira de reojo; es Daniel. No puede contestar porque va conduciendo, pero justo en ese momento se le apaga el móvil. 
En ese mismo momento, en Madrid.
Daniel no para de llamarla. Le suena el contestador. No puede ser, tiene que avisarla. Cris le acaba de decir que se queda, que quiere pasar el cumpleaños con él y ha cancelado todos sus compromisos. No puede dejar a Marina esperándole allí. ¿Pero qué hace con el móvil esta chica? Le habrá llamado unas 20 veces y mandado unos 5 sms. Cris aparece en la puerta.
-¿A quién llamas? -Pregunta.
-A mis padres, tenía una llamada perdida suya, supongo que para felicitarme. 
-Claro. Bueno, no tardes que te tengo que dar mi regalo. -Sonríe.
Daniel sonríe también. Pero su sonrisa es forzada, mucho. Él está preocupado por Marina, sabe que si ahora sale de casa con cualquier excusa Cris sospechará. Así que reza porque Marina vea alguno de sus sms y no le espere.
Pero eso no fue así. En aquella churrería en la que se besaron por primera vez está Marina, esperándole. Lo que lleva haciendo ya desde hace un par de horas. El tiempo pasa lento pero ella sabe que él va a llegar. Habrá tenido algún problema, pero vendrá seguro. Sabe que lo hará. Va a llamarle pero se da cuenta de que tiene el teléfono apagado. Son ya las 5 de la mañana. A Marina le duelen los pies de los tacones y tiene ya el moño destrozado. Ha visto a muchísimos chicos con sus amigos yéndose a celebrar la Nochebuena y ella ahí, esperando a alguien que no aparece. Ahora extraña a sus amigas del pueblo. Estarían de fiesta todas juntas. Quizás todo esto sea una equivocación. Quizás. El cansancio y la poca esperanza de que Daniel aparezcan hacen que una lágrima recorra la cara de Marina. Genial, el maquillaje también fastidiado. Lo decide, se va. Coge el coche y a pesar de que las lágrimas no le deja ver la carretera, llega bien a casa. No sabe que hacer, ni a quien llamar, está cansada y necesita dormir. Se mete en la cama y se pone los cascos. Con 'Skinny Love' de Birdy a todo volumen intenta olvidar que él la ha dejado tirada. 
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Después de unos meses de parón (bastantes) vuelvo a retomar la historia. Espero que os guste, no olvidéis dejar vuestro comentario y darle a '¡Siguiente!' si tenéis ganas del próximo. 
¡Gracias por leerlo! xx
ask.fm/RocioDmngz
@RocioDmngz

martes, 31 de julio de 2012

CAPITULO 9.


Marina lo está haciendo genial. Cualquiera dice que es la primera vez que se pone en un escenario frente a tanta gente. Sólo se escuchan aplausos entre personas cantando y bailando. Pero ella… está seria. Sonríe de vez en cuando pero en señal de agradecimiento.  Y no deja de mirar la puerta… toda la noche mirándola, como si esperase a alguien. A alguien que le devolviese la sonrisa, quizá. Y no iba muy descaminado. Porque fue empezar a cantar la última canción y abrirse esa puerta y Marina sonreír, ¡pero qué sonrisa! Ese chico me suena… ¿no sale en la tele? No, es imposible que alguien que trabaje en la tele venga aquí. El muchacho se sienta al final, también sonríe.  Parece que el único que no sonríe aquí soy yo, que detrás de la guitarra, no puedo dejar de mirarla. Tengo que conseguir que Marina se fije en mí. No soy nada del otro mundo pero… ¿y qué? Ella es única. Ella hace que me guste más la música, que luche por mis sueños, me hace soñar. Sí, ella es mi sueño. Termina la canción. Todos se levantan y aplauden. Les ha encantado, quizá yo también haya contribuido a ello, ser Alberto, el de la guitarra, no me parece nada mal y menos si estoy a su lado.

Minutos antes.

Dani mira el reloj. Va cerca de una hora tarde, Marina no le ha contestado el sms ¿lo habrá visto? Acelera, le da igual si le ponen una multa, él va a verla  y va a apoyarla. La cena con Cris se ha alargado. Ella no quería que se fuera y al final, han acabado discutiendo, como llevan haciendo estos tres últimos meses.
-¿Alguna razón habrá para que no quieras quedarte conmigo no? ¡No me creo que solo quieras pasear! –Gritaba ella.
-¿Tanto desconfías de mí?
-No me das motivos para no hacerlo.
Y con esta última frase, Dani se fue de la casa. ¿En serio Cris no se fía de él? Por un momento se siente culpable. Es normal que no se fíe, está viéndose con otra chica y la ha besado. ¿Cuánto tiempo llevaba sin besar a otra persona que no fuera ella? Cerca de los 4 años. Ojalá pudiese volver a esa época, cuando no tenían problemas y lo único que les preocupaba era que no se enterasen de donde iban de vacaciones para poder aprovecharse al máximo. Ha llegado ya. Abre la puerta. Y como si ella lo estuviese esperando, sus miradas se cruzan. Quizá sí que lo estaba esperando. Sonríe. Y con esa sonrisa Daniel se olvida de lo que ha pasado con Cris y se centra en ella, en la ‘otra’. ¿La ‘otra’? ¿Se puede llamar ‘otra’ a la que te hace sonreír en estos momentos? El chico de la guitarra le mira. ¿Le habrá reconocido? No quiere quitarle protagonismo a Marina. Pero este pronto mira a otro lado. No, por suerte, parece que no lo ha hecho. Se sienta. Y la observa. Está preciosa, y su voz…
Termina el espectáculo. Y él solo ha podido disfrutar de una canción… algo le dice que no será la última que ella le cante. La mira, ella le hace un gesto en plan ‘espérame’ y se mete para el camerino. Curioso, por una vez no es ella la que le espera a él. No tarda en salir, se ha cambiado. Ya no lleva ese vestido negro ajustado que estaría poniendo malo a medio público, entre ellos a él. Pero esos vaqueros repegados y esa camisa transparente siguen haciendo que esté increíble.
-¿Nos vamos?
-¿Estás enfadada? Siento no haber podido venir antes…
-¡No pasa nada idiota! –Sonríe. –Acabo de ver tu sms, si no me lo llegas a mandar… -Y le besa en la cara. Aunque se esté muriendo por hacerlo en los labios.
Caminan separados. Pero el movimiento de sus manos hacen que estas choquen. Marina se sonroja. Él la mira, y entonces lo entiende. Le da la mano. Ahora sí parecen una pareja de verdad. Pero espera ¿lo son? Él sigue con Cristina… o por lo menos eso cree ella. No le ha insinuado nada de que lo hayan dejado.  ¿Y si le pregunta?
-Oye… ¿sigue… -Pero no le da tiempo. Empieza a llover. Lluvia. No lo puede evitar y sonríe. Le encanta la lluvia, desde siempre. Él la mira y sonríe también. A pesar de que está lloviendo más fuerte de lo normal, ellos siguen allí. Empapándose, agarrados de la mano.
-Parece que va a llover… -susurra ella. Él no la escucha. Pero este momento le recuerda a una escena de su serie favorita ‘Los hombres de Paco’.
-Está cayendo un tormentón… el diluvio universal está cayendo. –Y sin ni siquiera verlo venir, ella le besa. Un beso bajo la lluvia. No lo entiende, pero se hace hacer. Quería besarla desde que la vio en ese escenario, más bien quería besarla desde que la besó por última vez el día anterior. Y aunque él no lo sepa, ella lo besa porque sin darse cuenta, ha dicho una frase como la de esa serie, parecía que le contestaba. ¿Seguirá con Cris? Le da igual, el destino les ha juntado. Ahora mismo son él y ella. Bueno, él, ella y la lluvia. 

lunes, 23 de julio de 2012

CAPITULO 8.


Al día siguiente.

Estoy acostada en la cama. De repente suena el móvil, el sonido me despierta. ¡Bfff! Voy tarde. Había quedado con Alberto para practicar algo con la guitarra, me va a intentar conseguir que actúe en algún bar o algo, dice que tengo talento, y yo… estoy dispuesta a probar cosas nuevas. Me duele la cabeza, estoy cansada, no he dormido apenas esta noche… ¿lo de ayer fue un sueño? Me rozo los labios. No, no lo fue. Me besó, Dani me besó. No podría describir a qué sabe un beso de tu ídolo. No sé si tengo hambre o las mariposas de mi estómago se están poniendo nerviosas de recordar lo que pasó ayer. Me levanto de la cama. Llamaré a Alberto para decirle que quedemos otro día. Quizá será lo mejor.
-¿Diga?
-Alberto, soy Marina.
-¡Ah! Dime.
-Que me he dormido y no creo que me dé tiempo.
-Pues tenemos que quedar hoy sí o sí. Me han dicho que mañana podrías actuar en un bar de aquí cerca ¿puedo ir a tu casa y te explico mejor?
-Mmmm… sí, sí.
-Estaré allí en 15 minutos. Un beso.
-Un beso. -¿15 minutos? Estoy en pijama y con unas ojeras por los suelos. Me arreglaré un poco. Unos vaqueros largos y una camiseta del monstruo de las galletas. Unas converses y lista. Me recojo el pelo con un coletero y me echo un poco de maquillaje. Bueno, estoy aceptable. Tampoco tengo que estar perfecta, no es Daniel.
Me tomo un café y me lavo los dientes, tiene que estar al llegar. *Ding, dong* Abro.
-¡Hola! –me sonríe. Dos besos.
Me empieza a explicar que el vídeo que me hizo el otro día en clase mientras cantaba lo ha enseñado en varios bares y que este aceptó. Quizá es demasiado precipitado, no tengo ni 10 canciones preparadas.
-Tú solo tocarás la guitarra en un par de ellas, en las otras lo haré yo, seré tu acompañante.
-¡Perfecto! –Me emociona la idea de cantar delante de un público, que este me aplauda y sentirme querida.  No creo que sea una gran cantante, hay millones de personas que lo hacen mejor que yo, quizá ni me merezca esta ‘oportunidad’ pero como mi madre decía (sí, mi madre) ‘’que nadie te diga que no puedes hacerlo, tú puedes llegar más alto que el cielo’’.  ¿Y por qué no…? Sí, lo haré. Cojo el móvil y escribo un sms ‘Hola. Quizá lo de vernos se pueda adelantar, mañana actúo en un bar cantando y tal, y me haría muchísima ilusión que vinieras, tú me has animado tienes que estar presente.’ Y junto con ‘Un besazo’ le añado todos los datos del bar, la hora y demás.
-¿Practicamos? –me pregunta Alberto.
-¡Vamos! –y le sonrío. Estoy feliz. *bip-bip* Un sms ‘Claro que estaré allí. Mañana nos vemos entonces guapa. Un abrazo.’ Vuelvo a sonreír.
-¿Qué pasa? –Pregunta Alberto.
-Nada, nada… ¡Vamos a ensayar ya! –pero no pierdo la sonrisa.

Sábado, cerca de la hora de la actuación.

-Voy a salir a dar una vuelta ¿vale?
-¿Ahora? ¿No habíamos quedado en que íbamos a cenar juntos?
-Sí… pero tengo que salir, cuando vuelva cenamos, no tardo de verdad.
-Mira Dani, ya sabes que precisamente bien no estamos, si prefieres irte a dar una vuelta antes de cenar conmigo… -mira, triste al suelo –tanto no me querrás.
-Cris, sabes que te quiero. Pero no hemos salido en todo el fin de semana y me apetece estirar las piernas ¿tan raro es?
-Bueno, cenamos y sales.
-Per…
-¿Vale? –y sonríe. Cuando Cris sonríe Dani no se puede negar a lo que le está pidiendo, es su debilidad desde siempre.
Así que, coge el teléfono y le escribe un sms a Marina ‘Llegaré un poco tarde, lo siento’. Enviar.

En esos instantes.

-Marina, estamos a punto de salir, vamos. –dice Alberto.
¿Cómo pretende que salga si aún no está Dani en el público? Necesito que esté él, que me de confianza.
-Marina, vamos. –me vuelve a decir, esta vez más serio. Un último vistazo, no llega. ¿Será capaz de dejarme tirada hoy? ‘Parece que te has olvidado de que sigue teniendo novia, tú no eres lo primero por mucho que te empeñes’. Y con este último pensamiento, salgo al escenario. La gente aplaude, nervios. Alrededor de 100 personas observándote, juzgándote, mirando tu forma de vestir, tu forma de cantar. El todo o nada para mí está a punto de empezar. Lo tengo que hacer bien si quiero seguir con esto… aunque ni siquiera estoy segura de ello. Empiezo a cantar, ‘Aunque tú no lo sepas’ de ECDL. Mientras miro a la puerta… No, no llega. En ese momento, en el camerino en el móvil de Marina. *bip,bip*

jueves, 19 de julio de 2012

CAPITULO 7.


Jueves.

Por fin jueves, por fin a verle de nuevo. Mis ganas sobre pasan los niveles reales, son sobrenaturales, ganas de él, de su camisa de cuadros, de sus converse, de verle sonreír, de que me haga reír, y de saber qué pasará hoy… ¿algo bueno? Ojalá. He hablado un par de veces con él por WhatsApp durante estos días, pero nada importante.  Y mientras tanto… Alberto. Alberto es un amor. Hoy en clase de guitarra me ha pedido que cante, sabe que se me da bien. Estamos practicando con la canción ‘La cama’ ¿sabéis cuál es? Esa que cantan en ‘Tengo ganas de ti’, y desde entonces me encanta. De hecho he sido yo la que la ha sugerido. En fin, que mientras que la sigo tarareando he llegado al plató. ¡Bf! 
Ya sabéis esa sensación de que acaba de empezar el programa y en 5 minutos se están despidiendo, pues otro jueves que me pasa. ¡Qué tendrán los jueves! Así que nada, a esperarle. Sin ni siquiera pensarlo me pongo a tararear de nuevo la canción.
-¡Qué bien cantas! –me dicen. Miro hacia arriba. Es Daniel, se me ha metido la manía de esperarle al lado de su coche, para que no se me escape.
-¡Qué pronto has salido hoy! Apenas te he tenido que esperar.
-Tenía ganas de verte. –me sonrojo. Le miro, le sonrío y me responde con una gran sonrisa, de esas que solo él tiene. Sí, hoy va a ser un buen día. -¿Tienes hambre?
-¿Qué tal unos churritos? –le pregunto. No estaría mal que todos los jueves repitiésemos eso, sería como algo nuestro y al final cada vez que viese un churro se acordaría de mí.
-Vale. –De nuevo miradas, de nuevo sonrisas. Hay conexión. Quizá no hablemos a diario, pero cuando estamos juntos somos uno.
Echamos a caminar, tenemos que encontrar la misma churrería en la que compré la semana pasada. La única que está abierta en Madrid a estas horas.
-Me gusta mucho como cantas, te lo digo en serio. –me dice.
-¿De verdad? –sonrío. –Antes solía cantar y tocar el piano a diario, ahora me he pasado a la guitarra.
-¿Y por qué dejaste de tocar el piano?
-Simplemente me gustaba más la guitarra. –mentí.
-¿Seguro?
-Vale… -le cuento la verdadera razón por la que dejé el piano apartado. Quizá ya se lo imaginaba, no era la primera vez que hablaba con él del tema de mi madre. Pero al menos, el camino se hizo más ameno.
Termino de contarlo. Se acerca y me abraza. ¿Alguien me pellizca? Ah no… que es real. ¡Ay! Le aprieto fuerte hacia mí, quiero que se dé cuenta de que no quiero que se vaya. Pero por desgracia, los momentos como este duran apenas unos minutos, pero la sensación que te dejan después, de estar cerca de las nubes quizá no se me vaya en un largo tiempo. Se separa y me dice:
-¡Mira! –Miro hacia donde está señalando, ¡un fotomatón! –Creo que tengo un par de euros sueltos… -mete su mano en el bolsillo. –Sí, los tengo. ¡Venga vamos! –me coge de la mano y nos dirigimos hacia allí. Entramos.
Las fotos empiezan a echarse. Daniel empieza con las tonterías. Una mirando para arriba, otra sacando la lengua, otra haciendo de Jaime, otra riéndonos a más no poder, otra él mirándome, la siguiente mirándonos. Quizá para la próxima salgamos muy cerca, tal vez demasiado. ¿Y si me quiere besar? Prácticamente noto su respiración en mi cara. Estamos a 5 centímetros, a 3, a 1… Entonces habla la voz de la máquina. Jodida voz, nos avisa de que ya están todas las fotos y que las podemos recoger. ¿Y a mí qué, joder? Yo quería besarle.
Salimos de allí, él las coge.
-Toma, creo que las deberías de tener tú.
-¿Yo? –Él asiente, y yo las guardo en el bolso. Seguimos caminando, ahora estamos un poco cortados. No sé de qué hablarle, la situación nos ha dejado sin palabras. Así que, echo a cantar. Otra vez, la misma canción. Él me mira y se ríe.
-La próxima vez la quiero acompañada de la guitarra.
-La tendrás. –Sonrisas.
Por fin llegamos, dos raciones de churros y chocolate para llevar. Avanzamos un poco y nos sentamos en un banco, el uno enfrente del otro. Y haciendo que lo que ha pasado está olvidado, volvemos a reírnos y a charlar sobre cualquier tontería. Somos un desastre comiendo chocolate, al menos yo. Me llene de manchas… pero estaba feliz.
-Deberíamos de haber cogido servilletas. –Me dice. Y en esto que se acerca a mí. –Tienes un poco de chocolate aquí. – ¿’Aquí’? Un ‘aquí’ que significa en la comisura del labio. Me limpia, y se chupa el dedo. -El chocolate está genial. Pero hoy venía con intención de probar otra cosa. –Y ahora sí, que sí. Está tan cerca que incluso me cuesta respirar. Me besó, pero que beso. Un beso con pasión, en plan ‘hace tiempo que quería hacerlo’. Y yo le respondo, me dejo llevar. Al fin y al cabo, también me moría de ganas de que este momento llegase. Tal vez, ahora cambie mi vida. Tal vez. O tal vez sea un beso sin importancia, para aclarar sus ideas. Pero qué beso. Después un acompañamiento a mi casa, otro beso y la promesa de que el jueves siguiente nos volveremos a ver. Inevitablemente, iba a ser imposible que en esa semana dejase de sonreír. 

lunes, 16 de julio de 2012

CAPITULO 6.


Unos días después:

Martes.

¡Qué poco queda para volver a verle! ¡Estoy como loca! Aunque la verdad no he vuelto a hablar con él desde entonces. Y verlo por la TV no es suficiente. Echo de menos tenerlo cerca… verle sonreír. A veces me pregunto por qué me llena tanto. Porque cuando estoy con él o estoy pensando en él, o viendo la tele o vídeos en los que sale él no me hace falta ni comer, ni dormir, ¡ni siquiera ir al servicio! Y no os lo estoy diciendo de broma. Es como que si él de alguna forma está presente no necesitas nada más ¿me entendéis? Pero aún creo que me estoy haciendo demasiadas ilusiones. Ya no es solo el hecho de que nos llevamos más de 10 años, sino que además el tiene a Cris. Y a pesar de que me dijo que no estaban muy bien… no me gustaría ser quien rompa una relación. Así que, yo voy a hacer lo que me apetezca siempre y cuando él quiera. Cambiando un poco de tema, Alberto, mi profesor de guitarra ¿os acordáis? Me invitó a cenar el domingo. Yo acepté, solamente me apetecía pasarlo bien y despejarme un rato, pero él… bueno él, me intentó besar y yo le quité la cara. Que sí, que me podéis decir que no tengo nada con Daniel, y que es imposible que algún día lo tenga. Que pasar dos noches juntos hablando no es nada. Pero, ¿sabéis que os digo? Que lo imposible solo cuesta un poco más, y que yo, le voy a enamorar. Alberto, insiste todo lo que quieras, que mi corazón tiene nombre y apellidos. Voy a darme un ducha, *bip,bip*. ¡Me han hablado por WhatsApp! Dos conversaciones abiertas. La de Alberto ‘¿Qué tal guapa? ¿Cómo ha ido el día? ¿Llevas bien la canción?’ paso de contestarle, y cierro la conversación. Otra, un número desconocido. ‘Espero que con lo que me ha costado encontrar tu número no faltes este jueves a verme ¿eh? Por cierto, tú carta preciosa, la he vuelto a leer. ¡Un besazo guapa!’ Blanca. Blanca me quedé al leer esto. ¿Daniel? Sí, sí, es él. Sonrío. Esas sonrisas verdaderas que no se te van de la puta cara, ¿esas? Esas se quedan pequeñas comparadas con la que yo tenía en ese momento. Ahora más tarde le contestaré. Me meto en la ducha, pero sonriendo. Ya sabéis que tipo de sonrisa.

En otro punto de la ciudad.

No contesta. ¿Y por qué no lo hace? ‘Conectado’ ¡¡Está conectada y no contesta!! A lo mejor no tendría que haberle mandado nada. Pero me ha costado horas encontrar su número y no podía esperar más. ¿Le envío algo más? No, no quiero parecer pesado. Tampoco hace falta que se dé cuenta que lleva sin salir de mi cabeza desde que la volví a ver. Tan natural, tan… ella. Hacía tiempo que necesitaba algo así. Las cosas con Cris van de mal en peor. No sé, en serio. No tengo ni idea de que estoy haciendo mal. Que sí, que tontear con una chica de diecinueve años no es precisamente hacer las cosas bien. Pero no puedo más. Siempre me está poniendo malas caras y ¡bfff! Os juro que la quiero muchísimo, la quiero a morir, pero necesitamos solucionar esto…  *bip, bip* ‘¿Acaso dudabas que fuera a ir? Si tú eres quien me alegra los jueves, (y todos los días) ¿La has vuelto a leer? Ay. Que enorme ídolo tengo. Gracias, hasta el jueves. ¡Un abruzo!’ Sonrisa. ‘Un abruzo’ dice, ais. Más de una vez me la he planteado como más de una amiga. ¿Qué pasa si el próximo jueves la besa? Un beso sin importancia. Solo para aclararse las ideas. Por un momento se me olvida, que soy famoso. ¿Y qué? ¿Pero y si ella es la típica que solo busca fama? ¿Y después de ese beso va a contarlo a Sálvame o algo por el estilo? ‘¡Qué imaginación tienes Daniel!’, pensé. Habéis estado hablando durante horas y le has contado cosas que quizá si ella fuese como tú piensas ya estarían en todos los medios de comunicación. Confía en ella. Es buena chica. Decidido, este jueves la va a besar. Y con esto, empiezan a aumentar sus ganas de que sea jueves.

miércoles, 11 de julio de 2012

CAPITULO5.


Jueves.

¡Ay! ¡Por fin es Jueves! Me moría de ganas de que llegase. La semana se ha pasado bastante rápida. He hecho un grupillo de amigos de la universidad y salimos ayer a tomar algo. También he salido un par de veces con mi profesor de guitarra. Alberto. A parte de guapo es bueno, super atento y majo, aunque de momento no tenemos nada serio. Y digo de momento porque todavía está él en mi cabeza. Sí, sí, él. Creo que si las cosas no marchan hoy será la última vez que vaya a verle, se molestaría el otro día por algo que dije o hice, porque no he vuelto a tener noticias de él… o simplemente que no se hace amigo de las fans y punto. En fin, estoy nerviosa. No tengo ni idea de que ponerme, pero voy a ir básica esta vez.

Unas horas más tarde.

¡Qué tráfico! Voy a llegar tarde al plató. Hoy es Jueves, por fin, último día de la semana al menos para mí. ¿Vendrá hoy? Dijo que si no la localizaba lo haría, quizá se haya arrepentido. Tengo muchísimas ganas de hablar con ella y de verla, pero no sé si quiero. Porque no tengo ni idea como va a acabar la cosa, pero ahora mismo tengo algo claro: quiero a Cris. Y darle la oportunidad a una fan de acercarse a su ídolo no tiene nada de malo ¿verdad? No, no lo tiene.
Llego al plató, estamos a punto de empezar. Hacen pasar al público y ahí está ella. Sentada en el mismo sitio que la vez anterior, pero incluso más preciosa que la semana pasada. Va básica. Con unos vaqueros largos, unas converses rojas y una sudadera de Superman, ya está empezando a hacer frío. El pelo lo lleva recogido con una coleta. Preciosa. La veo apagar el móvil y de repente mira al frente. Cruce de miradas. Me pongo nervioso y miro a Flippy. Hago como si no la hubiera visto, pero la miro de reojo y ella me está sonriendo. Se ha dado cuenta.
Termina el programa. Hoy podré salir un poco antes, sobre las 2 o así. No tengo ni idea de si estará esperándome. Pero hoy, tengo que llegar pronto a casa. Salgo. Tiro hacia el coche. Y escucho los pasos de alguien. ¿Será ella? Me doy la vuelta y sonrío. Pero no, no es ella. Es un grupo de unas cinco o más chicas que me estaban esperando, la busco con la mirada. Nada. ¿Se habrá ido? Termino de sacarme fotos y de firmar autógrafos, no sé qué hacer. Así que decido ir hasta el coche, al final llegaré antes de lo que esperaba a casa. Por llegar tarde, no he cenado y la verdad, me suenan las tripas. Llego al coche.
-¿Tienes hambre? –me pregunta alguien.
Me giro y ahora sí, es ella. Estaba sentada en el suelo esperándome.
-¿Te acuerdas o no te acuerdas de mí? –me sonríe. –Tengo churros.
¿Cómo no me voy a acordar de ti? ¿Si no has salido de mi cabeza en toda la semana?
-¿Churros? ¿Eso no se desayuna?
-Se supone, pero lo único que he encontrado abierto ha estás horas es un churrería. Curioso ¿verdad?
-Bastante. –Y suelto una carcajada.
Me siento a su lado en el suelo. Y me ofrece un churro. Parece que me haya leído el pensamiento.
-Habéis estado geniales. Cada día me gusta más el programa.
Sonrío –Gracias, aunque la verdad echo de menos a Flo, Anna y Raúl.
-Normal, yo también lo hago. –Mira hacia el suelo, parece que no tiene valor para preguntar algo, pero al final se decide -¿Con Cristina que tal?
Ahora soy yo el que miro hacia el suelo. –Bueno… ahora mismo no estamos muy bien.
-Oye, perdón si te ha molestado. –me dice. Sí, la verdad es que no me esperaba esa pregunta. Se levanta ¿dónde va? La miro, está delgadita, sinceramente tiene un cuerpazo. ‘Dani, que te pierdes…’
-¿Dónde vas?
-¿Damos un paseo? Son ya cerca de las 3, ¡no vamos a estar sentados toda la noche! –sonríe. No me puedo negar a esa sonrisa. Por un momento pienso en Cris. Veo como Marina me estira la mano para ayudar a levantarme. Cris. Marina. Cris. Le acabo dando la mano. Un paseo no hace mal, con que llegue a las 4 a la casa…
Risas. Muchas, muchísimas risas. Es una chica bastante graciosa. Me encanta.
-Es fácil hacerte sonreír. –le digo.
Sonríe. –Con esta compañía sería difícil no hacerlo. –me mira. Que ojos. Que ojazos. Verdes. Para perderte en ellos y que no te encuentren nunca.
Le sonrío –Por cierto ¿cuántos años tienes?
Se para a pensarlo -19. Parezco más mayor ¿eh?
19, 19 años. Esta chica se está volviendo una tentación. ¡Y vaya tentación!
-¡Mira! –me asusta.
-¿Qué?
-Ahí vivo yo. –Y señala a un edificio que está justo enfrente. Se me acerca y me susurra una cosa al oído. El portal y el piso, y añade – ¡Por si algún día te quieres pasar! –Sonrisas de nuevo.
-¡Si que hemos andado! –comento.
-Yo no me había bajado en coche, lo tengo aquí aparcado, si quieres te bajo… -sin darme cuenta la he acompañado hasta su casa.
-No, da igual. Tampoco estamos tan lejos. Es otro paseíllo. –le sonrío.
-¿Seguro? –Y se acerca.
-Segurísimo. –me sonríe. Se sigue acercando. Quizá ahora está incluso demasiado cerca. Noto su respiración. Y… me da dos besos. Pero dos besos tan cerca de la comisura del labio que parecía que sabía que me estaba muriendo de ganas de uno de verdad. 19 años.
-¿Sabes? Estoy aprendiendo a tocar la guitarra, un día te canto una canción.
-¡Hecho! ¿Me das tu número?
-¿Pero todavía no lo has conseguido? –Y sonríe mientras que abre la puerta del portal. –Búscalo anda… o si no, nos vemos el Jueves que viene. –me guiña un ojo y se va.
Son ya las 4. Cris. Me apresuro a ir a por el coche. No quiero que se haga más tarde y que tengamos más peleas.

En ese momento, en su piso ya.

¡Bfffff! Yo no sé a dónde va a ir a para esto, pero lo que sí está claro es que nos sentimos atraídos el uno por el otro. Esta noche ha estado bien, he sido coqueta pero sin pasarme. Sé que está Cris y no está bien entrometerme… ¿podría llegar ya el próximo jueves? Por favor, y gracias. 

domingo, 8 de julio de 2012

CAPITULO 4.


Tengo la casa hecha un desastre.  Estaba casi seguro que las cartas de las fans las tenía por aquí. Llevo horas buscándolas. Escucho como se abre la puerta de la casa. Será Cris. Últimamente no estamos demasiado bien.
-¿Qué haces? –me pregunta. ¿Y el ‘hola’? ¿Y el beso? Ayer se enfadó un poco conmigo por llegar a las horas que llegué. No sé creyó mucho lo de que estuve trabajando hasta las tantas. Aunque la verdad, no sé ni por qué le mentí, si no hice nada malo. Aparte de escuchar a una fan con muchos problemas. Una fan preciosa, sí, pero al fin y al cabo una fan. Ni siquiera sé la edad que tiene, pero no creo que supere los 20. ¿Qué te pasa Daniel? ¿Por qué te ha dado tan dentro una muchacha que apenas conoces?
-¡Oye! Que qué haces. –me repite Cris.
-Estoy buscando las cartas que me escriben las fans… ¿sabes dónde están?
-No, no tengo ni idea. –Y se va hacia la cocina. Sí sigue enfadada, enfadada y triste. Ella triste y yo… yo buscando la carta de la fan preciosa con su número. Me siento mal, no estoy haciendo las cosas bien con ella. Empiezo a recoger todo lo que había puesto por medio.  Ojalá pronto vuelva todo a la normalidad. Cuando ella venía con esa sonrisa de oreja a oreja y pasábamos horas y horas juntos. Me acerco a la cocina.
-¿Te ayudo con la cena? –me ofrezco.
-Vale, ve preparando la ensalada. –me contesta. Y me aproximo a ella, y le doy un beso en el cuello.-Te quiero –le susurro al oído. Ella se limita a sonreír y a seguir cortando pan. Pero, mucho a mi pesar, en mi cabeza también está otra sonrisa, un poco más joven que la de Cristina, y llena de vida. En cuanto termine de cenar, seguiré ordenando todo lo que he sacado, de paso intentaré ordenar mis sentimientos. Bastante más desordenados que la casa.

Lunes de la semana siguiente.

Hoy empiezo con la universidad. Que nervios. Al día siguiente de ver a Daniel, llamé al programa y me volvieron a dar sitio para este jueves, de nuevo iré sola. Sinceramente, tenía esperanzas de que él buscase mi número y me llamase… ¡pero qué tonta! Y es que lo pasamos tan bien… tan agusto… ‘Va, Marina, vuelve a la realidad.’ Cojo el coche y me marcho para la universidad, una mezcla entre ganas y miedo se me hace en el estómago. ¿Qué me esperará allí? A lo mejor hago buenas amistades, mis amigas de mi pueblo, me han llamado apenas dos veces, la verdad pensaba que iban a estar más tristes por mi marcha, pero no ha sido así… aún así las quiero, siempre han estado a mi lado y sé que si las necesito van a estar ahí. En fin, sin darme cuenta ya he llegado. Las primeras clases estuvieron entretenidas, un poco de presentación de los profesores, la asignatura y de lo que vamos a hacer durante el curso.  De camino a otra aula, vi un cartel. ¡Anda! Clases de guitarra. Me apetece hacer algo nuevo, una nueva experiencia. El piano lo deje apartado por motivos obvios y la fotografía es más como un hobby. ‘¿Qué pierdes, Marina?’ A parte, conoceré gente. Así que apunto el teléfono en mi móvil, llamaré cuando esté en casa.
Por fin termina este primer Lunes universitario. No ha estado nada mal, ¡y mañana empiezo con las clases de guitarra! He conocido a unos cuantos compañeros que son majos, tal vez quede con ellos en el fin de semana. Pero yo ahora solo tengo un objetivo, el jueves. Cuatro días sin señales de Daniel… ‘Ilusa. No sé ni cómo pensaste que te iba a llamar.’ Pero aún así, no puedo evitar pensar en él, y en esa conversación. Pensar en su sonrisa. Sonrío. Ahora cenaré y estudiaré un poco, tengo que currármelo para que no me quiten la beca. Suena el móvil, *bip,bip,bip* ‘Daniel, por favor, Daniel…’ ; nada. Pero sinceramente, escuchar la voz de mi hermana me animó. Como la echo de menos.
Amanece. Nuevo día. Las clases, exactamente como el día anterior. Por fin, llegó la tarde. Y fui a la clase de guitarra. Había dos o tres personas más y un profesor tal vez un par de años mayor que yo, pero que llevaba toda la vida estudiando guitarra. Es guapo.  En toda la clase no paró de sonreírme y prestarme atención. Quizá deba olvidarme de Daniel, porque lo nuestro es imposible. ‘Lo nuestro’. Pero si no tenemos nada. ¿Qué hemos hecho? ¿Intercambiar unas palabras? ¿Y por qué no podía dejar de pensar en él? Vale, es mi ídolo y lo lleva siendo desde hace ya un tiempo, pero está sensación no es la que tenía antes. Su sonrisa.
-Marina ¿te estás enterando de cómo va las notas en la guitarra? –me preguntó el profesor.
-Sí, sí. –mentí. Estaba demasiado ocupada imaginando que él está a mi lado. Él.
‘Que sea Jueves ya, por favor…’
Y normal que Marina tuviese tantas ganas de que fuese Jueves, ya que ese Jueves será increíble, que digo increíble, muchísimo más de increíble. Pero ninguno tiene idea de nada.